La Paz de tus Ojos


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Él la conoció en un sueño verde de humo y sudor. Como un labio partido, trató de alcanzarla mientras la sangre oscura brotaba de su boca. El frío lo fue convirtiendo en hielo y el calor de ella, a lo lejos, lo derretía hasta romperlo y hacerlo caer en el piso, buscando restos de su piel, su esencia dilatada entre sus manos. Ella, vegetal lleno de espinas que se enhebraba entre sus brazos y se enraizaba en sus huesos, mientras sangraban juntos. El bosque negro a su alrededor se volvió blanco, y ella se volvió polvo. El silencio se fue disolviendo de pie, como un placer colgado del dolor. Sus ojos solo veían tristeza, adherida a las cortezas; un corazón de origami cubierto de hielo seco. Tanto pasado congelado y él no sabía ni su nombre. Trataba de gritar y la multitud apagaba sus lamentos. Gritaba tan fuerte que su garganta desgarrada en dos sangraba copiosamente, inundando su cuerpo... Gritaba y un pañuelo de seda mantenía sus gemidos en la penumbra.

Sus ojos ya eran gotas negras que le cubrían el rostro. ¿Dónde estaba ella? Los golpes de la lluvia en el tronco de sus pies eran más débiles que sus latidos desesperados, buscando en el aire el reflejo que una vez quebró con agua marchita. El bosque blanco, el jardín oscuro, ambos llenos de telarañas apacibles. Tan solo quería hacer un viaje, usando la sal de sus ríos, que envejecían todo menos la piel, que el viento se lleva y hace parte de él. ¿Dónde está ella?

Él continuó su búsqueda, viendo la danza de aves verdes con un compás que inventa su rostro cubierto de tinta negra. Caminó por un astro nevado en el fondo de un mar onírico. Bailó con los ojos cerrados, imaginando tomarla de la cintura y no ser un simple personaje secundario de su propia historia, de su propio limbo que resultaba tan tenebroso desde afuera y ahora dentro de él, parece tan agradable. ¿Cuántas hojas tiene un cuento de hadas? ¿Cuántas hojas, y no de papel? En su mundo estaba protegido... en su mundo la habría de encontrar.

La oscuridad tocaba a su puerta, y los hilos caían de su cabeza. La eternidad duró tan poco... que él quiso más... Más y más para poder hallarla.

La siguiente noche pudo ver que no estaba ahí. La amaba más que a él, anhelaba buscarla cada vez que soñaba despierto que aún no dormía. En un tren azul lleno de Dios le dio un "te quiero" de un muñeco vudú (de nuevo). Cada estocada era una humilde piedad, una carta escrita en arena que el mar no toca. Los colores, los colores de su voz. ¿Cómo hablaba ella?

Él pudo sacar el mundo de una planta, solo por ella, solo por encontrarla. Se alejó de sí. Viajó al mar de los cadáveres, al océano de la basura, a la tierra de la carroña, de maremotos por venir. Flotaba buscándola, fueron años perdido en ese mundo invisible. Cada noche, una vida y cada noche otra muerte. Cada día renacer de nuevo y olvidar quién es... Todo por hallarla. Y si ella vuelve de la nada, él se habrá ido para siempre. Será los soles de un bolero que se murió hace mucho tiempo.

Jirones de sol colgados del techo, pedazos fríos de un otoño que solo trae más hojas secas. Cada día un mundo nuevo, todo por ella. Porque su viaje acabó cuando dependía de ella, de buscarla, de dejar de ser él...
De las hidras silenciosas.
De las piedras de un naufragio.
De las ruinas de unas rosas.
De las raíces de un presagio.
De las tormentas de fuego
De su mismo ego.
De la muerte y de la vida.
De ella.
De buscarla.
De dejar de ser él.

8 Se han dejado perfumar:

xwoman dijo...
16 de julio de 2008, 14:30

Hay amores verdes, esos que penetran tu mente y tu piel..de esos que ni las palabras pueden explicar. Y los buscamos desesperadamente para enfrentar nuestra tortura, la ausencia y el olvido.

Hay amores que nos invaden y echan raíces dentro de nosotros.

Qué hermoso tu texto!
Saludos!

Melcocha dijo...
17 de julio de 2008, 14:39

mae, que excelente relato cargadísimo de nostalgia. en serio que me dió como un punzonazo feo y exquisito a la vez.

por cierto, me recordó a una canción de Rata Blanca, creo que se llama "la leyenda del hada y el mago". luego te la paso, mi viejo.

SarksTico dijo...
19 de julio de 2008, 15:35

deberías de alucinar mas seguido! te inspira!!
;D

ahhh q lindo envenenarse de vez en cuando...



q no se diga q no lo leí!!
(no hubiera encontrado la imagen sin leerlo)

La Morada dijo...
21 de julio de 2008, 13:00

Soy adicta al verde, lo reconozco, y me encanta soñarlo. Es tan lindo por un momento sentirlo alrededor, sentirlo dentro.

Me encantó tu relato UAS!
Saludos!

U.A.S dijo...
21 de julio de 2008, 17:44

Xwoman: Lo malo es cuando no están en el mundo real... sino en uno verde.

Melco: Jajaja, gracias ^-^.

Sar: jajajaja, solo así podía imitar la sensación de la marihuana.

La Morada: jeje, gracias. Espero que eso no signifique que sos drogadicta

SarksTico dijo...
21 de julio de 2008, 19:05

Disclaimer

q conste, envenarse de puro cariño/amor/loqsea o de nicotina...

manda q me digan adicto sólo x no explicarme!!

La Morada dijo...
21 de julio de 2008, 19:39

Lo mismo que sarkstico! je je Las drogas y yo estamos completamente divorciadas =D

U.A.S dijo...
22 de julio de 2008, 9:35

Sar: Jajaja, no lo decía por vos, sino por mí...

Morada: Jajaja, ok, eso me tranquiliza. Por algo sos Morada y no Verde.

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Perfume de un beso.