Me casé con tu padre en un día muy frío, como hoy. En vez de arroz, cientos de burbujas de jabón chocaron en nuestros rostros. Tenía yo 38 años cuando decidió irse a Nicaragua a trabajar por nuestro futuro. En ese momento pensé "¿Futuro? Pero si estamos bien y no hemos podido tener hijos... ¿Futuro?", pero no dije nada. Pensé que sería mejor dejarlo seguir su sueño y tal vez la distancia traería un poco de frescura a nuestro matrimonio. Nos comunicábamos por cartas constantemente. Así me iba relatando su apacible vida, buscando un lugar dónde vivir, dirigiendo la sucursal de Nicaragua. Un año después, la regularidad de las cartas empezó a mermar. La frecuencia disminuyó al mismo tiempo que su longitud y su nivel de detalle. Yo lo sabía, ¿cómo no habría de saberlo?
Finalmente, recibí una carta un tanto dolorosa. Ahí me explicaba que Lucrecia, la muchacha humilde que limpiaba en la empresa, había empezado a ser más que una amiga. Sí, de momento me tuve que sentar. Doblé la carta a la mitad y lloré por unas dos horas. Esa noche no pude dormir. Me atacaba la letra de todas las canciones de despecho que había oído en mi vida, me revolcaba en la cama cayendo invariablemente en su espacio, me ahogaba, sentía llover... Me levanté a tomar té verde, me lo recomendó una amiga. Ni siquiera el té de tilo fue suficiente. Pero no lo pude odiar. Por un momento, me detuve a pensar y comprendí que tampoco fue fácil para él botar casi 20 años de matrimonio. Le escribí una carta sin rabia, sin rencor, sin celos. Creo que la escribí con amor puro. Le dije que me siguiera escribiendo. Quería seguir siendo parte de su vida, y que él, en forma de papel, la siguiera siendo de la mía. Fue un poco difícil para ambos, él no quería que sus cartas me hicieran sangrar, pero poco a poco fuimos tomando confianza en nuestros nuevos papeles. Él era feliz, y eso me bastaba para serlo yo también. Nunca necesité nada para mi felicidad, más que la sensación de irradiarla hacia los otros.
Seguí con mi vida y así pasaron 2 años. Me dijo que Lucrecia estaba embarazada. Celebré que pudiera tener descendencia, que conmigo no lo habría logrado. Sentí un poco de envidia, también. Me hubiera gustado ser su madre, estar con el pequeño bebé, que llevara mi sangre, parte de mí. Pasaron 3 meses.
"Estoy enfermo, Isabel...", escribió. Tu padre siempre siguió mandando dinero, así que tenía bastante ahorrado. Pero él no. Gastaba cuanto recibía en su nueva casa, su nueva familia. Y estaba enfermo de gravedad. En su carta me pidió un favor que durante un momento tuve que pensar. ¿Sería yo capaz de lograrlo? Gracias a Dios acepté y arreglamos todo, pues apenas 4 meses después, murió.
El día que Lucrecia llegaba a Costa Rica, la esperaba sentada con unos cuantos regalos. Tu padre me encomendó cuidar de ella y del bebé que traía. Nos reconocimos inmediatamente cuando bajó del bus, tan asustada... Tan avergonzada. Apenas nos vimos corrió a abrazarme y lloró. "Es casi una niña", pensé.
Así, Lucrecia tuvo una hermosa bebé. Y, 23 años después, esa hermosa bebé es toda una señorita. Creo que el perdón es la más grande expresión de amor, recordalo siempre. Si no fuera por el perdón, no te tendría aquí, a mi lado, no sería tu abuela. El matrimonio es difícil, si lo sabré yo, pero el saber perdonar de corazón es uno de los ingredientes para ser felices, porque olvidás los enojos, las penas, y solo te queda el amor en su estado más puro.
Por eso... ¡¡Salud!! Y que vivan los novios!!!!
11 Se han dejado perfumar:
Una historia muy bella y no tan increíble como pudiera pensar uno. Conozco varios casos donde "La Propia" termino criando los hijos "por fuera" del marido...
Yo... am, de hecho tengo unc aso en mi familia (qué rajado, escribí que no conocía ninguno, pero luego me llegó a la mente un familiar)
Me has llegado al corazón con esta entrada tan hermosa.. llena de amor y consideración..
Me pongo a pensar en estas lineas y creo que quizás yo no seria capaz de perdonar y aceptar..
Valoro a aquellas personas que tiene un alma tan buena de aceptar lo inesperado..
Me quedo fascinada por esta historia.. he de decir que tengo un nudo en el pecho despues que termine de leerte..
Me has llegado..
te dejo abrazos.
Pues yo he llorado con tu post.
A mí el perdón me ha resultado una tarea tremenda. He visto muchas lágrimas y por eso me da rabia llorar con tu post. Porque sé lo que es una infidelidad, sé lo que puede hacerle a un hogar y sé... que si un hijuep... me hace una cosa a sí, me largo para que pueda vivir tranquilo con la otra. Ah y le doy gracias a Dios por quitar de mi vida a una persona así. Es simple.
En todo caso, excelente post!
:)
que increíble. mae, el perdón es lo mejor que hay.
yo pasé 7 años sin hablarle a mi padre. incluso 5 de ellos lejos de el. así que cuando un 31 de diciembre lo llamé y hablamos, supe de que está hecho ese perdón y que es lo que vale. porque hoy veo en los ojos de mi viejo un orgullo tremendo, y me encanta.
pero me cuesta. casi nunca llego al punto, pero cuando me enojo, es demasiado el rencor.
mi viejo, de verdad, siempre te lo digo, pero gracias por estas historias. y una cosa que me ha llamado la atención es como adaptás el amor y sentimientos a diferentes etnias, y se siente uno tan identificado a pesar de tratar con personajes de otras culturas. mis respetos, mae, sos un grande!!
Pier: A mí me llegaste al corazón con ese comentario. Muchas gracias :D.
Te dejo besos (así soy yo)
XWoman: Ammm... sorry, no quería desatar sentimientos tan fuertes. Perdón y alcahuetería no son sinónimos, y la línea que los separa es tan delgada que puede parecer invisible.
Capi: El perdón es una de las más grandes expresiones de amor. No sé si uno sería capaz de algo tan grande, pero el rencor solo te hace perder cosas.
Y gracias, el amor es universal, es lo que he tratado de ejemplificar ^-^
Por mi forma de ser un poco difícil, muy a menudo tengo que pedir perdón y ¡Dios que difícil es! casi siempre he encontrado ese perdón y me siento muy afortunada por ello, de hecho, creo que yo he aprendido a perdonar también, tal vez nunca lo había pensado, pero tu post me hizo reconocer que sí: cuando de corazón me piden perdón, de corazón trato de darlo.
Definitivamente tu post me hizo sonreír mucho... muy lindo relato y muy lindo final.
De veras que pedir perdón (y a veces darlo) puede ser muy difícil. Yo, que soy tan orgulloso, pocas veces he pedido perdón (y como casi nunca me enojo, pocas veces debo darlo... de hecho quien más me lo pide es mi mamá por sus arranques de mamá).
Y el final... es para que no digan que todos mis finales son tristes (creo que van 2-2)
Gracias por pasar ^-^
perdón... q palabrita más complicada..
Oficialmente: ODIO LA VERIFICACIÓN DE PALABRA!!!!!
Ya la quité, míster Cascarrabias. A decir verdad, yo también odio la palabra de verificación
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