Cuento de media semana



Las manos me sudaban. Entendí el mundo como un gran hueco, una nada intolerable, descubierta por el miedo del hombre.

El miedo es la ausencia del Amor, un vacío que ya no tiene remedio hasta que te decides por sanar las heridas más profundas... heridas como las palabras o los gestos reprobatorios de los ojos que más te importan.

Tienes voces qué decir, inquietudes constantes y te sientes enfermo, como si tu estómago trabajase con rapidez o acidez. Pero no dices nada porque aprender el silencio es el mejor escudo del alma. No quieres más.

Las voces del amor vuelven pero tu sigues pensando en qué fallaste, dónde te perdiste, en qué lugar quedó lo que eras y recuerdas tus errores, las cosas que hiciste y pueden transformarse en lo que tanto temes.

Nadie puede salvarte, nadie, sólo tú. Solo tú puedes sanarte y recordar lo que habías querido... Sabes que tu amor no es exclusivo, no es único, pero es constante y sobrevives, porque el hombre que no se levanta se vuelve polvo o nada.

Quizás llores, quizás mueras, quizás lo intentes o no, pero un corazón que sabe lo que vale jamás se pierde.

Me sudaban las manos... pero el amor estaba ciego y ya era muy tarde para dejarlo ir.


1 Se han dejado perfumar:

Palas dijo...
1 de marzo de 2009, 23:46

como siempre X, amiga, tus palabras muy buenas...

saludos!!!

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Perfume de un beso.